miércoles, 27 de mayo de 2009

• Ajedrez político universitario

Columnistas de diversas tendencias han mencionado al rector de la BUAP, Enrique Agúera Ibáñez, como una de las “piezas” que tiene a resguardo el gobernador Mario Marín para la sucesión gubernamental, si le falla su “peón” predilecto al que quiere “coronar”: Javier López Zavala.
Del maestro Agüera se ha dicho que es el “caballo negro” del “gober”, incluso extendiendo la analogía del deporte ciencia al juego de la baraja, se refieren al rector como el “as bajo la manga” de Marín, y así por el estilo son los comentarios de quienes quieren anticiparse al porvenir, etiquetando al rector como “marinista”.
En una entrevista a las afueras del edificio Carolino que le hice al Rector Agüera el pasado 24 de marzo con grabadora en mano, respondió a pregunta expresa que considera un “error andar FUTUREANDO”, y se permitió el término de manera coloquial para referirse a quienes se ocupan de tratar de adivinar “quien es el bueno” cuando, me dijo Agüera, “no sabemos si probablemente estemos en la playa, nos enfermemos o qué se yo”, y recalcó que él está dedicado a lo suyo, la alta responsabilidad que tiene al frente de la BUAP.
En mis más de seis décadas de existencia he tenido la oportunidad de dialogar amplio y tendido con muchos ex rectores. Con Horacio Labastida, largo y sabroso. A Gonzalo Bautista alguna vez lo saludé pero nunca lo busqué pese a que tenía cierta amistad con mi padre. Con Julio Glockner me llevé de maravilla, cenamos varias veces saliendo de la logia masónica hasta altas horas de la noche, platiqué con él en su consultorio, en el laboratorio de Biología y debo decir que lo recuerdo con mucho aprecio, lo considero un tipazo del que me ocupo con amplitud en un libro que estoy escribiendo sobre la autonomía universitaria. Con Amado Camarillo he tenido una relación cordial y de mutuo respeto. Con Ignacio Flores Rojas, me llevé muy bien, auspició un folleto que diseñé para promover lo que hace un psicólogo en la empresa. Con Martín Carvajal hay una relación amable. Con Ernesto Cruz Quintas, que lo fue por ministerio de ley en la transición del anterior al sucesor, me he llevado muy bien toda la vida. Con Sergio Flores Suárez, Luís Rivera Terrazas y Alfonso Vélez Pliego, hubo profundas coincidencias en los primeros años de la década de los ´70 y un serio desencuentro, a raíz de su actitud frente al grupo “galáctico” con el que se me identificaba, al final el saldo fue positivo porque se dio un trato fraternal. Con Samuel Malpica Uribe tuve también coincidencias y diferencias, nos llevamos muy bien, hay una relación de aprecio, creo que recíproco. Con Juvencio Monroy diferí y lo manifesté; con Jean Pandal, siempre un trato cortés. Con José Doger, bien en momento y no tan bien en otro. Con Enrique Doger, ni bien, ni mal, equis; y con Enrique Agüera, hay lo indispensable: respeto mutuo y de mi parte reconocimiento a su labor que ha incrementado y mejorado la infraestructura de manera extraordinaria; elevado los niveles académicos en todas las áreas del conocimiento y transparentado el gasto público a satisfacción de los organismos externos encargados de la vigilancia.
Es un exceso referirse al maestro Agüera como “marinista”, y una falta de respeto a la comunidad universitaria que, nos guste o no, lo eligió democráticamente. Si a etiquetas nos vamos, ahora que el rector Agüera es el anfitrión de la asamblea de la ANUIES, lo más correcto sería no decir que Agüera es marinista, sino que Marín es “agüerista” o ¿no?.

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